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viernes, 18 de marzo de 2011

El duelo de los animales

El duelo de los animales


Autor: Pablo Herreros

Katherine Cronin y Edwin Van Leeuwen, del Instituto Max Planck de Psicolingüística, en Holanda, han recogido por primera vez en detalle las reacciones de un grupo de chimpancés ante la muerte de una cría de dieciséis meses de edad. Este grupo de primates huérfanos, rescatados del mercado ilegal, pertenecen al orfanato para animales salvajes de Chimfunshi, en Zambia.

Expectación en el traslado del cadáver de Dorothy en el Sanaga-Yong Chimpanzee Rescue Center (foto: Monica Szczupider, IDA-Africa).

El equipo dirigido por Cronin registró el comportamiento durante las horas que siguieron a la muerte de la cría y pudo comprobar la dificultad que supuso para la madre romper con el estrecho vínculo que le unía con su hijo. Tras cargar con el cuerpo durante más de un día, lo posó en un claro y repetidamente se acercó para presionar con sus dedos en la cara y en el cuello. Luego lo trasladó al lugar donde estaba el resto del grupo y se quedó observando cómo estos se interesaban por él. A la mañana siguiente todos abandonaron el cuerpo. Curiosamente, los autores huyen de cualquier tipo de interpretación y su intención es que el público pueda juzgar por sí mismo las conductas que muestran estos primates ante la muerte.
Pero estas respuestas también han sido descritos en otras especies de mamíferos, como es el caso de los elefantes. Por ejemplo, hace unos años se notificó en la India, el caso de una hembra de elefante llamada Damini, que tras la muerte de una compañera más joven en un parto se negó a comer durante días, lo que acabó por provocarle la muerte a ella también. El cuidador dice que se habían convertido en amigos inseparables tras el traslado de la elefanta preñada meses atrás.
Cada mes aparecen nuevas anécdotas que prueban que los animales son sensibles a la enfermedad y la muerte de miembros de su especie. Cynthia Moss describe una ocasión en la que pudo observar a una elefanta ser abatida a disparos por un grupo de cazadores. Entonces, los familiares corrieron desesperados en su auxilio. Luego, arrodillados, colocaron los colmillos bajo su cuerpo para tratar de levantarla. Aunque lo consiguieron, el animal acabó por desplomarse. Entonces la familia entera intentó reanimarla y uno de los miembros incluso arrancó unas yerbas para colocarlas en su boca. Desafortunadamente todo intento fue inútil y falleció a las pocas horas.

Karen McComb, experta en comunicación animal de la Universidad de Sussex, Inglaterra, ha comparado las reacciones de varios animales ante muertos de su propia especie y ha encontrado interesantes diferencias. Los leones suelen oler y lamer los cadáveres de su propia especie antes de devorarlos. Los chimpancés muestran interacciones más prolongadas y complejas con los compañeros que han muerto, pero los abandonan una vez que comienzan a descomponerse. Por el contrario, los elefantes parecen mostrar algo así como un “homenaje” prolongado en el tiempo, ya que acostumbran a tocar y acariciar los huesos de sus fallecidos con las trompas y colmillos.
Aunque es cierto que hasta ahora no sabemos gran cosa sobre cómo reaccionan los animales ante la muerte de sus congéneres, cada vez son más las evidencias de que son sensibles ante estas fatalidades. Además, si tenemos en cuenta que los animales sociales desarrollamos vínculos y apegos de una fuerte intensidad con otros miembros, lo lógico es pensar que experimentamos algún tipo de emoción negativa o aflicción en su ausencia. Es excesivamente arrogante pensar que los humanos somos los únicos animales que sufrimos de procesos de duelo.

http://www.somosprimates.com/2011/02/el-duelo-de-los-animales/