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lunes, 3 de octubre de 2011

Rastrear el pasado por medio de la genética

Rastrear el pasado por medio de la genética

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Los antropólogos siempre han especulado que nuestros antepasados podrían haberse cruzado con los neandertales, pero nunca consiguieron demostrarlo. Quien ha logrado esa prueba es el genetista Svante Pääbo, director del Departamento de Genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, quien consiguió reconstruir el genoma del neandertal en el año 2010.
En este capítulo de Redes, Pääbo y Carles Lalueza, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de la Universitat Pompeu Fabra, explican cómo la genética permite reconstruir el pasado de los humanos. También hablaremos sobre los factores genéticos de la domesticación, otra de las especialidades de Pääbo.


jueves, 29 de septiembre de 2011

Bajau, Maestros en apnea

Bajau, Maestros en apnea


La capacidad de adaptación del ser humano puede llegar hasta límites insospechables. Algunos pescadores de la etnia Bajau, en Filipinas, descienden en el mar hasta veinte metros de profundidad con la única ayuda de sus pulmones. Una vez en el fondo, andan sobre las rocas como si estuvieran cazando en tierra firme y resisten ahí entre tres y cinco minutos hasta que logran capturar algún pez.






Bajau

Bajau (Badjaw o Badjau), es un grupo étnico indígena musulmán originario de la parte meridional de Filipinas, instalados principalmente en el Archipiélago de Sulu, la Península de Zamboanga y Gran Manila. Con el tiempo, por problemas conflictivos este grupo étnico emigraron a diferentes sectores del archipiélago malayo, instalados principalmente en países como al norte de Malasia, Indonesia y Brunéi. Tras la conquista española al archipiélago, este grupo étnico tuvo poco contacto, así también por los estadounidenses durante la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898. También son conocidos como los gitanos del mar, aunque el término se ha utilizado para abarcar a un número de personas que no están relacionadas con los demás grupos étnicos similares a los estilos de vida tradicionales, tales como a la de los Samadilaut y Jama Mapun, pueblos originarios del sur de Filipinas. La propagación de los bajaus en las zonas habitadas parece que se han asociado con el desarrollo del comercio marítimo en Trepang. Además pertenecen a una vida de estilo nómada, viven en carpas y se los puede apreciar como en sus formas de vestir, su música y danzas, similar a los gitanos que tienen algo de similitud en las danzas típicas de España como el flamenco. Actualmente existe un enorme apogeo de los bajaus filipinos en Pulau Gaya, frente a las costas de la región de Sabah, muchos de ellos son inmigrantes ilegales en la isla de Malasia. Como una base, con frecuencia de entrar en Sabah y encontrar empleo como trabajadores laborales.

http://es.wikipedia.org/wiki/Bajau



La restauración de la casa tradicional de Bajau exhibido en el Pueblo de Herencia de Kota Kinabalu de Sabah, Malasia.






jueves, 22 de septiembre de 2011

LA SOLIDARIDAD COMENZÓ EN LAS CAVERNAS


  1. LA SOLIDARIDAD COMENZÓ EN LAS CAVERNAS


Un hallazgo por científicos en las excavaciones de Atapuerca en España señala que la atención social existía en la prehistoria.
Hace medio millón de años la vejez empezaba a los 30 años de edad. Para los antepasados del homo sapiens la vida era corta y agresiva, sin embargo, cuidaban de sus ancianos. Miembros del Equipo de Investigaciones de Atapuerca (EIA) en España han descubierto que el concepto de atención social habría comenzado en las cavernas.
La clave es la pelvis de un venerable anciano de unos 50 años hallada en las excavaciones de La Sima de los Huesos, un pozo donde se arrojaban los cadáveres del grupo.


"Descubrimos que este individuo de edad avanzada (la esperanza de vida era de 30 ó 40 años) tenía una enfermedad ósea que le afectaba la columna y que lo inhabilitaba para correr o cazar. No podía valerse por sí mismo, con lo cual el grupo debía tener una estrategia social, de solidaridad y cuidado de los mayores", explica a BBC Mundo Carlos Lorenzo, miembro del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social que participa en la investigación.
La pelvis fue encontrada en 1998 pero sólo hasta ahora se pudo completar el rompecabezas con el hallazgo de sus vértebras entre la mezcla de huesos que conforman el yacimiento.
"Esta patología, que le habría impedido diez o quince años de su vida, tendría que ser sobrellevada por un acto de solidaridad del grupo.
Este comportamiento que nos parece tan normal en la actualidad tiene sus raíces hace mucho tiempo. Los homínidos formaban grupos ya sea para comer a otros (canibalismo) o para proteger a los suyos", agrega Lorenzo.
Del canibalismo a la solidaridad
Investigadores de Atapuerca descubrieron que el concepto de atención social es de las cavernas.



En la misma Sierra de Atapuerca, donde se han encontrado restos de los europeos más antiguo del continente, hace algunas semanas se confirmó que el canibalismo era una práctica cultural entre los primeros homínidos. Se comía al otro para evitar la competencia por el territorio.
"Atapuerca es un conjunto de yacimientos de diferentes épocas. Entre el canibalismo cultural y el anciano hay una diferencia de 300 mil años. En el primero encontramos cortes en los huesos que se repiten a lo largo del tiempo. No es un evento puntual por una hambruna. Sabemos que se comían a los de otros grupos porque si se hubiesen comido entre ellos se habrían extinguido", detalla el experto.
En La Sima de Los Huesos, donde se ha desenterrado la pelvis del anciano, no se han encontrado cortes similares en los huesos.
"En este caso no hay indicios de canibalismo. La Sima es un pozo de trece metros de profundidad, ahí tiraban los cadáveres del grupo como un inicio del comportamiento funerario con los muertos", comenta Lorenzo.
"Allí encontramos la pelvis del anciano", subraya.
Partos prehistóricos menos complicados
En la Sierra de Atapuerca se han encontrado restos de los europeos más antiguos del continente.


La pelvis, considerada la más completa de todo el registro fósil mundial, también ha servido para constatar la evolución ósea de hombres y mujeres y del parto.
"Los humanos actuales tienen una pelvis de igual tamaño, la diferencia es el tamaño del canal que, en el caso de las mujeres, es más grande para facilitar el parto. La pelvis de Atapuerca es masculina pero tiene un canal tan grande como una mujer actual. De quedarse embarazado este hombre podría dar a luz, es decir, no es inviable", detalla Lorenzo.
"Sólo tenemos fragmentos de una pelvis femenina", agrega, "pero inferimos que mínimamente era del mismo tamaño con lo cual los partos eran un poco menos traumáticos que en la actualidad. A ello hay que sumarle que los homínidos de entonces tenían la cabeza más pequeña al igual que sus bebés", detalla Lorenzo.
Conforme la especie fue evolucionando la pelvis se fue adaptando a una postura erguida y una locomoción bípeda.
"Estas adaptaciones compiten con la necesidad de dar a luz de las mujeres. Estas circunstancias, junto con el elevado tamaño encefálico de los recién nacidos, convierten el parto en un proceso complicado en nuestra especie", puntualiza.
*BBC Mundo.com


viernes, 18 de marzo de 2011

El duelo de los animales

El duelo de los animales


Autor: Pablo Herreros

Katherine Cronin y Edwin Van Leeuwen, del Instituto Max Planck de Psicolingüística, en Holanda, han recogido por primera vez en detalle las reacciones de un grupo de chimpancés ante la muerte de una cría de dieciséis meses de edad. Este grupo de primates huérfanos, rescatados del mercado ilegal, pertenecen al orfanato para animales salvajes de Chimfunshi, en Zambia.

Expectación en el traslado del cadáver de Dorothy en el Sanaga-Yong Chimpanzee Rescue Center (foto: Monica Szczupider, IDA-Africa).

El equipo dirigido por Cronin registró el comportamiento durante las horas que siguieron a la muerte de la cría y pudo comprobar la dificultad que supuso para la madre romper con el estrecho vínculo que le unía con su hijo. Tras cargar con el cuerpo durante más de un día, lo posó en un claro y repetidamente se acercó para presionar con sus dedos en la cara y en el cuello. Luego lo trasladó al lugar donde estaba el resto del grupo y se quedó observando cómo estos se interesaban por él. A la mañana siguiente todos abandonaron el cuerpo. Curiosamente, los autores huyen de cualquier tipo de interpretación y su intención es que el público pueda juzgar por sí mismo las conductas que muestran estos primates ante la muerte.
Pero estas respuestas también han sido descritos en otras especies de mamíferos, como es el caso de los elefantes. Por ejemplo, hace unos años se notificó en la India, el caso de una hembra de elefante llamada Damini, que tras la muerte de una compañera más joven en un parto se negó a comer durante días, lo que acabó por provocarle la muerte a ella también. El cuidador dice que se habían convertido en amigos inseparables tras el traslado de la elefanta preñada meses atrás.
Cada mes aparecen nuevas anécdotas que prueban que los animales son sensibles a la enfermedad y la muerte de miembros de su especie. Cynthia Moss describe una ocasión en la que pudo observar a una elefanta ser abatida a disparos por un grupo de cazadores. Entonces, los familiares corrieron desesperados en su auxilio. Luego, arrodillados, colocaron los colmillos bajo su cuerpo para tratar de levantarla. Aunque lo consiguieron, el animal acabó por desplomarse. Entonces la familia entera intentó reanimarla y uno de los miembros incluso arrancó unas yerbas para colocarlas en su boca. Desafortunadamente todo intento fue inútil y falleció a las pocas horas.

Karen McComb, experta en comunicación animal de la Universidad de Sussex, Inglaterra, ha comparado las reacciones de varios animales ante muertos de su propia especie y ha encontrado interesantes diferencias. Los leones suelen oler y lamer los cadáveres de su propia especie antes de devorarlos. Los chimpancés muestran interacciones más prolongadas y complejas con los compañeros que han muerto, pero los abandonan una vez que comienzan a descomponerse. Por el contrario, los elefantes parecen mostrar algo así como un “homenaje” prolongado en el tiempo, ya que acostumbran a tocar y acariciar los huesos de sus fallecidos con las trompas y colmillos.
Aunque es cierto que hasta ahora no sabemos gran cosa sobre cómo reaccionan los animales ante la muerte de sus congéneres, cada vez son más las evidencias de que son sensibles ante estas fatalidades. Además, si tenemos en cuenta que los animales sociales desarrollamos vínculos y apegos de una fuerte intensidad con otros miembros, lo lógico es pensar que experimentamos algún tipo de emoción negativa o aflicción en su ausencia. Es excesivamente arrogante pensar que los humanos somos los únicos animales que sufrimos de procesos de duelo.

http://www.somosprimates.com/2011/02/el-duelo-de-los-animales/